The Children of the Damned
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Mensaje por Anna C. McKency Mar Feb 26, 2013 6:39 pm

Ideada por Nicklaus User y Anna User, redactada por Anna User para todos vosotros Very Happy

Capítulo 1

Ariadna se miró en el espejo y suspiró mientras daba una vuelta sobre sí misma, el vestido marrón tapaba casi toda la extensión de su piel, tan solo se veía su cara y su pelo largo y castaño oscuro estaba recogido en la parte trasera de su cabeza firmemente en un moño anodino. Se viera como se viera intentaba no llamar la atención para nada y era verdad, no quería que se le acercara nadie, aunque le gustara bailar prefería la soledad a la compañía de hombres interesados. Suspiró y salió de la habitación en el último momento para que su madre no pudiera hacerle cambiarse antes de salir de casa. Se subió corriendo a el carro y cerró la puerta con una sonrisa ante la mirada amenazadora de su madre y la sonrisa consentidora de su hermano.

El traqueteo por los adoquines de la calle hacía que leer en el carruaje fuera francamente difícil, no se fijó para nada en nadie ni nada de su alrededor hasta que sintió parar el vehículo y cerró el libro mientras miraba con resignación al exterior. Cuando se abrió la puerta primero bajó su hermano Joan y después su madre Elizabetta, por último ella y sonrió a su hermano ignorando las miradas que se posaban reprobadoras en ella. Con la mano de su hermano en la parte baja de su espalda subió los escalones hacia el salón y después empezó a bajar la escalinata sin preocuparse demasiado por como o quien la miraba. Una vez entre la multitud consiguió una bebida y se apartó hacia un rincón... si, iba a ser una larga larga noche.

Daniel O´Mahon estaba como siempre rodeado de caballero con las mismas pretensiones de él: pasarlo bien y vivir el día a día como desean. Las mujeres le miraban con deseo, tanto las primerizas que buscaban en él la experiencia y el peligro, las mayores que buscaban su cuerpo joven y las casadas la aventura de lo ilícito... y a él le gustaba eso. Si se miraba alrededor se podía ver a las mujeres desplegando colores y joyas como pavos reales que querían que las miraran, estaba buscando entre ellas a la que sería su presa esa noche... pero entonces, cuando miró las escaleras y entonces la vio, bajaba con un vestido marrón, anodino, el pelo nada extravagante en un recogido sencillo y como único adorno sus ojos azules... eso si que era nuevo... Tenía que hablar con ella fuera como fuera así que la siguió por la sala con sus ojos y al verla parar en un rincón se acercó sin demasiada prisa.

Ariadna estaba pensando que hacer, salir fuera a ver las flores o quedarse viendo el frívolo espectáculo del interior... cuando un torso masculino se colo en mi campo visual muy cerca. Alzó su cara hacia los ojos de él y sonrió suavemente esperando a que le dijera porqué razón se había parado ante mí de esa manera. Sus ojos eran muy azules y su pelo negro los hacía resaltar mucho más, era verdaderamente guapo ese hombre, podría hacer llorar a un ángel con esa cara y por lo que se adivinaba debajo de su traje estaba bien formado... por la mirada de las mujeres se adivinaba que era el soltero de oro de la temporada entonces... ¿que hacía acercándose a ella?

- ¿Quiere bailar conmigo señorita?- sus ojos azules fijos en los de ella.
- Oh... supongo que si- parpadeó y dejó su copa mientras ponía su mano sobre el brazo que él le ofrecía.

Se dejó guiar hacia la pista de baile andando elegantemente, a pesar de el vestido podía notarse su porte y Daniel no dejaba de mirarla analizando. Cuando se acercaron ella se puso en posición casi al momento y se dejó agarrar por él, sintió la firmeza de sus manos agarrando su cintura y su mano en la propia. El por su parte notó la flexibilidad de su cuerpo y la cintura estrecha, estaba bien formada y sus ojos eran muy hermosos y su cara estaba bien formada, sería la más hermosa de la sala si se arreglara y lo sabía, por eso se preguntaba porque no lo había hecho.

- ¿Quien le pidió que bailara conmigo? -preguntó sin perder su sonrisa.
- ¿A que se refiere? - respondió confundido.
- Hay mujeres mucho más bellas para elegir aquí, si no veo mal usted está muy solicitado... solo comprendo su petición si alguien se lo pidió ¿Fue mi hermano?
- Ni siquiera conozco su hombre ¿Como podría conocer a su hermano?- respondió frunciendo el ceño.
- Buena respuesta.

Justo en ese momento la música paró y le dedicó una reverencia dándose la vuelta y marchándose sin decir nada, después de todo la música había terminado y no habría de tener más curiosidad en ella. Las mujeres a su alrededor la miraban con rencor y repudia así que tan solo agarró una copa de la bandeja de uno de los criados que pasaba por allí y se dirigió hacia el exterior. Puede que no le gustaran las fiestas y la acumulación de hipocresía en los salones pero las grandes casas señoriales eran hermosas, de estilos sobrios a la vez que elegantes y ostentosas, demostraban poder y nobleza a los demás... pero lo que más le gustaba eran los jardines. Las largas extensiones con laberintos de setos y cientos de flores que daban fragancia a la noche, pensados para esconder amores ilícitos en la noche. Bajó las escaleras que daban a este pasando su mano suavemente por la barandilla de madera pulida y cuando estaba abajo escuchó una voz masculina detrás de ella y se volvió a mirar.

Por primera vez en su vida una mujer no quería estar entre sus brazos, sino escapar de ellos como si de la peste se tratara. Apretó la mandíbula cuando la vio salir de la sala como si nada, eso no iba a quedar así, su orgullo de hombre no se lo permitía, tampoco el de mujeriego... no iba a permitir que su record perfecto de conquista se fuera al garete por una chica que apenas merecía la pena. Pasó entre las personas sin apenas tomar cuenta de ellas o de las miradas deseosas de las mujeres por primera vez en mucho tiempo, tenía un objetivo y se le estaba escapando entre los dedos. Salió fuera, al pequeño balcón con dos escaleras que bajaban a los jardines, y miró alrededor buscando la esbelta figura de la chica, no iba a admitir un fracaso … y allí estaba, al final de una de las escaleras como si nada hubiera pasado, como si él apenas fuera algo reseñable a lo que echar en cuenta, hacía que la sangre hirviera dentro de sus venas con su indiferencia.

- ¿Por qué se va de esta manera señorita?- esperó hasta que le mirara y se quedó paralizado al notar el azul de sus ojos, mucho más claro de lo que habría imaginado nunca y brillando por la luna que los iluminaba.

Ariadna se dio la vuelta casi al instante y se encaminó hacia los setos, en este momento no quería la compañía de nadie, prefería la soledad de la noche, pero él parecía no darse por vencido porque sintió unos pasos apresurados tras los suyos. Daniel tardó en responder al verla marchar, por eso cuando corrió tras sus pasos ya se había internado entre la masa de setos que formaban un laberinto en aquel patio. Maldijo para sus adentros mientras intentaba darle alcance intentando guiarse por el sonido de sus pasos para saber hacia donde giró en cada recodo, no recordaba la última vez que había tenido que pelear tanto para conseguir la atención de una mujer... es más no recordaba haber luchado por ninguna mujer en su vida.

Cuando por fin le dio alcance y pudo agarrarla entre sus brazos de nuevo notó emanar de ella un dulce olor, un perfume refinado y suave que solo podía notarse a esa cercanía. Se notaba que aquella chica no pensaba en lo que los demás pensaban, solo había que verla, pero ese perfume hablaba de pasión, de noches de cama interminables, de suspiros... se imaginó a sí mismo quitando las horquillas de su pelo y dejar que este se resbalara por sus hombros mientras pasaba sus dedos por su nívea piel y casi tembló de excitación, ni siquiera en sus primeras relaciones había sentido ese tipo de estremecimiento.

- No escape de mí- susurró con voz algo ronca.
- No me persiga- respondió sin más mientras aprovechaba que se encontraba algo distraído para escapar de nuevo de entre sus brazos.

No sabía por qué él seguía insistiendo, pero no quería nada con él así que lo mejor era desaparecer, perderse entre las plantas y que él no pudiera encontrarla. Vio a lo lejos un invernadero y corrió hacia él, dentro la vegetación era lo suficientemente espesa para poder esconderse entre ella. Empezaba a asustarle el hecho de que la siguiera, pero por su ropa podía verse que era de buena cuna... eso tampoco aseguraba que fuera buena persona o cualquier cosa pero si que podía identificarlo quería. Se internó entre la marea de flores y verdes hojas, sabía que él no tardaría demasiado en llegar.

Se maldijo a sí mismo cuando la dejó escapar y entró en el invernadero casi corriendo, dentro tan solo había un profundo silencio que parecía colarse por las paredes de cristal ¿donde se había metido? Dio una vuelta a su alrededor mientras escudriñaba todo y no dio con señales de ella, casi rechiñó sus dientes con rabia, sabía que estaba allí, pero se estaba escondiendo como si fuera un acosador o algo parecido.

- ¿Por qué se esconde de mí señorita?- esperó la respuesta.
- Tan solo de pequeña me advirtieron que no hablara ni estuviera con desconocido- respondió ella mientras andaba sin hacer ruido para no ser detectada así por él.
- Eso puede arreglarse – respondió sorprendido de que no supiera quien era él- Daniel O´Mahon a su servicio señorita...
- D´Angelo... su fama le precede así que supongo que no necesitará mucho más para poder averiguar todo lo que necesite de mí- respondió con una sonrisa en los labios, era divertido burlarse de él, sobre todo porque sabía que muy pocas personas había podido hacerlo.
- ¿No va a regalarme con su presencia? -se sentía estúpido hablando solo, pero por más que lo intentaba no podía localizarla entre las plantas.
- No, prefiero quedarme donde estoy -aseguró.

Apretó los puños con fuerza, nadie se había portado así con él nunca, era duque, los duques no eran tratados así. Apretó la mandíbula, le conocía, sabía quien era y aun así se arriesgaba a tratarlo de esa manera, estaba bien, nada más necesitaba su apellido, tenía fuentes en la fiesta que con un poco de persuasión le dirían todo lo que quisiera saber sobre ella. No le gustaba como estaban marchando las cosas pero no podía hacer nada así que intentó que su voz sonara calmada mientras decía.

- Entonces me marcho de vuelta a la fiesta señorita D´Angelo
- Está bien, espero que la disfrute- aseguró desde su escondite.

Cuando se fue salió de donde estaba y alisándose la falda con las manos tomó asiento en uno de los bancos de mármol blanco que estaban repartidos por el lugar. Se estaba bien allí, aunque la noche estaba algo fresca y cuando el viento corría se hacía necesario un chal allí dentro no ocurría eso, además había un ambiente un poco más cálido lo que favorecía el crecimiento de las plantas. Suspiró agradeciendo la calma y estiró su brazo tocando con la punta de sus dedos los pétalos de una hermosa rosa que crecía en un rosal cercano. Con mucho cuidado, y esperando que los dueños de la casa no se sintieran apenados por la perdida de una flor, la arrancó de la planta y empezó a quitarle las espinas mientras se perdía en sus pensamientos. La acercó a su nariz e inspiró su olor profundamente mientras una sonrisa se formaba en sus labios, si adoraba la paz...

Al cabo de lo que para ella fueron minutos pero que para los demás debió ser alrededor de una hora volvió caminando lentamente con la rosa entre sus manos. Si por ella fuera se quedaría en aquel lugar hasta volver a casa, pero sabía que su madre se molestaría si no la veía de vez en cuando por el salón de baile. Subió las escaleras hacia el pequeño balcón y abrió la puerta de cristales suavemente, escurriéndose entre las personas hasta llegar al rincón que ocupaba antes de la aparición del señor O´Mahon. Alzó la vista y justo en ese momento este apareció en su campo de visión, lo que consiguió que tuviera que morderse la mejilla por dentro para no romper a reír lo que no impidió que una sonrisa burlona se formara en sus labios cuando vio la mirada de reproche que le mandaba.

¿Se estaba riendo de él? ¿Y encima a su cara? Tensó la mandíbula mientras decidía que iba a desterrar a aquella chica de sus pensamientos para siempre, si no quería nada con él estaba totalmente de acuerdo... pero ¿como no iba a querer nada con él? Eso no era posible. Miró a la chica que estaba en sus brazos, bailaba muy bien, era refinada, culta y además le miraba con ardor, como todas las demás. Se ajustaba al canon de belleza del momento, bajas, rubias, de ojos azules y delicada... pero por alguna razón y aunque mantenía la sonrisa seductora en su cara y fijaba sus ojos azules en ella para hacerla derretirse entre sus manos... solo podía pensar en aquella malcriada que se burlaba de él en el rincón.

Apartó la mirada de él de nuevo sin darle mucha cuenta mientras veía como su hermano Joan se acercaba a ella con una copa de su bebida preferida, se la tendió con una sonrisa y como siempre le guió un ojo de forma burlona. Sonrió brillantemente mientras la toma y se la llevaba a los labios lentamente.

- ¿Que tal está la más hermosa de toda la fiesta?
- No lo se, tendría que verla para poder decírtelo... aunque de seguro tu ya la viste- dice mientras le mira con ojos entrecerrados.
- No lo dudes hermanita, pero me refería a ti y lo sabes.

Entre vuelta y vuelta miraba hacia aquel rincón buscando la mirada azul de ella sin apenas darse cuenta y se tensó cuando se dio cuenta del acercamiento de otro hombre a su coto de caza, debía espantarlo, después de todo ella iba a ser suya fuera como fuera. Se disculpó con su acompañante con una sonrisa abrumadora que la dejó medio mareada en el lugar y se acercó a ella por detrás, pudo notar la mirada del hombre registrarlo y alzar una ceja cuando vio que se paraba detrás de ella... era uno de esos nuevos dantes que se creían poder conseguir todo de cualquier mujer... por lo menos él había sacado una sonrisa de los labios de aquella reticente mujer y eso le ponía de los nervios.

- No debería aceptar bebidas de extraños querida.

No tuvo que volverse para saber quien era, podía notar su presencia a su espalda con fuerza, sabía que la miraría fijamente con sus ojos azules y su pelo negro cayendo de forma rebelde sobre su frente y que si hacía eso su hermano, demasiado celoso aún contando con su sangre italiana, se lanzaría a una pelea, formando una escena de la que no quería ser la protagonista. Miró a su hermano y sonrió mientras se llevaba la copa a los labios lentamente, tomaba un sorbo y tras eso se lamió los labios.

- Quizás, pero este es mi hermano...

Estaba quedando como un idiota completamente y lo sabía, no paraba de buscar alguna fisura para seducirla pero estaba fortificada por todos lados y mientras tanto giraba alrededor de ella como evidenciando que no podía conseguir nada. Se mordió por dentro hasta hacerse daño mientras sus nudillos se volvían blancos por la fuerza que ejercía en sus dedos para no estrangularla, sin decir nada más, conservando la poca dignidad que le quedaba después de eso, se dio la vuelta y volvió con su compañera de baile que lo recibió deseosa ¿Por qué no podía conformarse con ella? Porque él no era de conformarse con el segundo plato, siempre quería el primero y siempre lo tenía. Dejó casi maleducadamente a la chica y se fue a servir una copa, nada de aquellas bebidas insulsas que llevaban, un buen whisky escocés es lo que necesitaba.

Ariadna se fue a su rincón tapándose la boca con una de sus manos mientras reía sin poder evitarlo, podía sentir la mirada malhumorada de él y es que acababa de darle de lleno en su ego... era demasiado divertido. Cada vez que se acordaba volvía a darle un ataque de risa y casi se le saltaban las lágrimas por controlarse y no romper a carcajadas como en vedad deseaba, pensaba que estar en Londres iba a ser muy aburrido, pero acababa de encontrar una diversión muy interesante. Cerró los ojos y tomaba aire profundamente para después soltarlo muy lento y así poder controlarse un poco, si lo seguía mirando no podría parar así que lo ignoró desde ese momento.

Al cabo de tres bailes más su madre se acercó, esa digna condesa que exudaba elegancia y moda por todos sus poros y que miró reprochadora a sus dos hijos. Ariadna le sonrió suavemente porque sabía lo que eso significaba, no había pescado a ningún crédulo para ella o una niña tonta para mi hermano así que nos volvíamos a casa y eso significaba descanso y paz que no estaba nada mal. Mientras caminaba hacia la puerta pasó por el lado de el señor O´Mahon y al darse cuenta del estado en el que estaba y sintiéndose algo culpable por eso en un movimiento rápido dejó la rosa con el tallo dentro de su copa de alcohol. Sonrió mientras se alejaba, era una compensación pro lo que había pasado, esperaba que fuera suficiente porque no iba haber más que eso.

Daniel sonrió al mirar a la rosa y después a ella, era la primera vez que le regalaban una y no estaba nada mal. La sacó de la copa y lamió el tallo lentamente, lo que provocó un coro de suspiros femeninos a su alrededor. Puede que ella se marchara pero eso le daba más libertad lo que significaba que ahora tocaba averiguar todo de ella, antes de que amaneciera sabría toda la vida de esa italiana con férreo carácter y sonrisa fácil.
Anna C. McKency
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