Anna C. McKency

Anna C.

McKency

Datos Básicos

Descripción Física

Mide alrededor del metro sesenta y siete, tiene una altura normal, ni demasiado alta ni demasiado baja. Su largo pelo negro es su orgullo sobre todas las cosas, nunca permitió que se lo tocaran, y normalmente está liso o ondulado suavemente. Sus ojos son penetrantes y azules, muy atentos a todos lo que pasaba a su alrededor, sus labios son llenos y bien delineados, sus facciones son hermosas y armoniosas enmarcadas en un rostro obalado.

Su cuerpo está bien formado, su figura se adivinaría bonita si no fuera porque está mortalmente delgada, se pueden contar sus costillas fácilmente. Pensando en eso su piel está muy fina y blanca por la desnutrición, tiene ojeras y le tiemblan las manos suavemente todo el tiempo. Suele hacerse lo más pequeña posible y encogerse para que no la miren. Tiene los pies hechos un desastre porque cuando escapó no tenía zapatos y sobre sus brazos tiene cientos de cicatrices de donde los vampiros bebían de ella. Su cuerpo está lleno de moretones por las palizas que le dieron los humanos que la pedían y una cicatriz en el cuello por donde le cortaron las cuerdas vocales... porque es muda.

Descripción Psicológica

Es como un animalillo asustado, está sola, perdida y tiene hambre además de no confiar en nadie. Se asusta con facilidad y suele esconderse en lugares donde no pueda vérsela o encontrarla nadie, como está muy delgada suele caber en cualquier lugar así que no es fácil saber donde está si decide no ser vista. Al ser muda suele escucharlo todo con atención y tiene a escribir las respuestas que no pueden ser dichas con un asentimiento o una negación en la arena o donde pueda. Desconfiada no se acerca nunca a nadie ni deja que la toquen, después de lo que pasó no puede dejar al aire la posibilidad de que la atrapen de nuevo, no podría soportarlo.

Una vez uno ha conseguido traspasar su coraza de protección que la hace ver lúgubre y apartada de todos, es una chica tranquila y amable, escucha tranquilamente a los demás y guarda los secretos como si fueran propios. Aunque muy pocas veces la saca, tiene una hermosa sonrisa escondida en algún lugar. No es para nada inocente, ha visto cosas en su corta vida que podrían hacerle tener escalofríos a cualquiera, pero si que es agradecida como una niña pequeña por cualquier ínfimo regalo que se le de.

Tiene fobia al contacto, como intentaron violarla la última noche antes de escapar y la habían golpeado tantas veces ahora piensa que cualquiera quiere hacerle daño y por eso evita que cualquier persona la toque. Prefiere la soledad a las multitudes precisamente por esta razón y le encanta correr por el bosque porque se siente libre después de años de encarcelamiento. Es la persona más sincera que se pueda encontrar y también la más fiel, si tienes su confianza la tienes para toda su existencia.

• Gustos:
  - El olor a tierra mojada
  - La hierva
  - La comida... cualquier tipo
  - El agua
  - El aire libre
  
• Disgustos:
  - Los cortes
  - El dolor
  - Los hombres
  - Las multitudes
  - Saber que no puede hablar
  
• Debilidades:
  - Los dulces (una vez que los probó)
  - La música
  - Los colores
  
• Virtudes:
  - Tranquila
  - Cuidadosa
  - Sincera
  - Sabe escuchar
  - Dibuja bien a carboncillo
  
• Defectos:
  - No pueble hablar
  - Se asusta de todos
  - No confía nunca en nadie
  
• Miedos:
  - El dolor
  - La oscuridad absoluta
  - A que la toquen
  
• Otros:
  - No es capaz de dormir más de diez minutos seguidos
  - Le duele al comer porque su estómago no está acostumbrado a ello

Historial Familiar

Madre: La abandonó en las afueras de Londres, no sabe nada más de ella
Padre: No sabe ni su nombre

Historial Personal

Nació en Londres y fue abandonada a las afueras de la ciudad con tan solo una nota que decía "Anna Catherina McKenzy" prendida a la manta que la envolvía. Una pequeña familia de pastores la acogió y cuidó de ella como una hija más hasta que cumplió los siete años, la familia se endeudó hasta no poder más y llegó aquel hombre. Vestía bien, como un noble, y tenía un largo bastón de marfil con labrados, un sombrero de copa en la cabeza y una mirada aterradora... puso la mirada sobre ella y lo próximo que supo es que el que había considerado su padre por tanto tiempo la había vendido a aquel hombre por una gran suma de dinero.

En un principio fue enviada a trabajar en una casa señorial, donde una mujer que enseñaba a los hijos de la dueña la enseñó a escribir por las noches y a hablar francés, español e Italiano, así como a escribirlo... hasta que cumplió los once años y aquel hombre volvió. Su mirada se había vuelto más fría y su pelo tenía canas que caían por su cara ya algo arrugada... pero seguía dando miedo de todas maneras.

Esta vez fue arrastrada hacia un barco atracado en el puerto maloliente de Londres. La encerraron en una especie de celda en las bodegas, en otras celdas había otras mujeres que parecían demacradas y golpeadas, la miraron con pena cuando la vieron entrar. Esa misma noche llegó el primer cliente, era un hombre alto y guapo... que la ató con cadenas a la pared y cortó su brazo para tomar su sangre como si fuese un licor y aquel un club de caballeros como cualquier otro. Así siguió viniendo tres noches más y a la cuarta vino otro que se encargó de golpearla con fuerza de todas las maneras posibles como si aquello le produjera placer.

Día tras día, una y otra vez, los meses fueron pasando y su cuerpo se fue demacrando lentamente, cuando pensaban que iba a morir le daban sangre de vampiro para que se regenerara, le daban de comer algo y la volvían a lanzar dentro... escuchó decir a sus carceleros que su sangre era de muy buena calidad y que los vampiros disfrutaban mucho de ella. Su cuerpo se fue llenando de cortes y golpes como un mapa hasta que llegó el momento en que no sentía nada, el dolor se volvía lejano como todas las sensaciones... por lo menos a ella no la estaban prostituyendo como a las demás.

Pasaron los años y fue de puerto en puerto en ese barco, algunas de las mujeres de las celdas murieron y entraron nuevas muchachas que gritaban cuando se las golpeaba... ella ya no tenía siquiera ese lujo, uno de los carceleros le había cortado las cuerdas bocales para que no pudiera hacerlo.

Así llegaron al puerto de Florencia, ya no sabía ni en que día ni en que año estaban, pero sabía que algo malo iba a suceder cuando la sacaron de la celda y la llevaron al camarote del capitán... habían pagado por su virginidad. A pesar de tener apenas fuerza por la escasez de comida consiguió escapar por uno de los ojos de buey del barco y nadar hasta el puerto escabulléndose en la ciudad... estaba perdida, asustada, mojada y descalza... pero era libre... por una vez era libre.

Tablilla creada por CaroDark - CaroDark.Tumblr - Katherine L. Pierce exclusivamente para TCOTM.